lunes, 14 de diciembre de 2009

Jarandilla y Yuste





Fue en Yuste donde Carlos V se retiró de su imperio, enfermo y cansado, hizo un gran viaje por toda Europa hasta Cuacos de Yuste para dedicarse a la oración y la vida contemplativa, a la lectura. Enfermo de gota, viajando en ciertos momentos a horcajadas sobre campesinos, llegó al retiro espiritual que tanto ansiaba, allí en cinco habitaciones que se añadieron al convento. Corría el año 1556. Mientras terminaban las obras de su añadido, el emperador descansó durante varios meses en el castillo que los condes de Oropesa tenían en Jarandilla de la Vera, construido en el siglo XV y hoy parador de turismo. Desde su habitación podía oír y ver la misa, pues tenía apertura directa a la capilla. Aún lucía luto en sus paredes, por la muerte de su mujer, y conservaba el cuadro de ella con unas cortinas para descorrer cuando estaba a solas.
Y es que la comarca de la Vera, al norte de Cáceres, funciona a otro ritmo, son pueblos inmersos en la naturaleza, sin ir más lejos en Jarandilla el viajante se encuentra con otra sorpresa: una iglesia fortificada, hablan del siglo XIII, construido sobre las ruinas de un antiguo castro. Había escuchado sobre las iglesias fortificadas, esas que servían para la oración y - en caso de ataque - para la defensa de la plaza. Obviamente ésta es anterior al castillo.
En Cuacos de Yuste no se escucha absolutamente nada, en las plazas se intuye la gente y a veces hasta se ve.
El emperador murió en 1558, durante dos años de vida monástica, quizá acosado por los fantasmas de sus acciones poco piadosas. Allá vivió su hijo ilegítimo, en Cuacos, futuro Juan de Austria, futuro grande de España, para recordárselo.