
Es curioso lo que sucede con nuestra generación. Somos aparentemente hijos de un “baby boom”, por lo tanto somos muchos. La publicidad nos ha descubierto hace relativamente poco tiempo. Saben que somos una generación imbuida de la televisión. Así que la publicidad que nos dirigen están llenas de guiños a nuestra infancia: Chanquete y la Abeja Maya, por citar algunos. Quizá porque saben que los sueños de la infancia rara vez se cumplen, para que nos sintamos felices recordando, sin plantearnos el mundo en el que vivimos.
Los contratos actuales también son una maravilla: tenemos por ejemplo la obra o servicio, que posibilita al empleador a despedir en cualquier momento. O trabajar sin contrato, o dejar parado el tiempo justo para no hacer fijo. Al incrementar la masa laboral se ha conseguido que se incremente la demanda de trabajo, y con ello se rebajen los salarios medios, ya que por la escasez de mano de obra se hubiera conseguido incrementar estos salarios.
Por otra parte, si bien es cierto que hoy día es más barato comprar cualquier bien de consumo – ropa, electrodomésticos – tenemos la “gran suerte” de que las viviendas se han disparado. Sólo tenemos que ver qué ha sucedido con los plazos de las hipotecas en los últimos años, o a alguien se le escapa que el mercado hipotecario antiguo se movía en torno a los 10-15 años – nuestro padres – para terminar en los 35 ó 40 años en los últimos tiempos, incluso alguna entidad ofrecía 50 años. siguiente con la guasa ¿para cuándo una hipoteca hereditaria?. El plazo para la compra de los coches también se ha incrementado hasta los 7 u 8 años. Claro exponente de la falta de medios de las economías para atender estos pagos, que por otra parte son los pagos más importantes en una economía doméstica.
Cuando se nos ocurrió comprar una vivienda, resulta que los precios de éstas se habían incrementado durante más de una década, por lo tanto los precios estaban completamente hinchados, pero ¡qué diablos! estamos hablando de tu vivienda habitual y había que comprarla, y no de esos especuladores que de manera artificial han conseguido que tener una vivienda sea algo de lujo. Pero resulta que con esos tipos tan bajos y la bonanza económica, a todo el mundo le dio por invertir en ladrillos.
Pero no contenta la economía con eso, resulta que llevamos cuatro años de subidas del euríbor – del 2,20 a finales de 2004 al 5,38 en noviembre de 2008 -, y por ende del IRPH y del BPT y de cualquier índice que se utilice para el cálculo de hipotecas o préstamos. Esas subidas, que eran totalmente inesperadas, han conseguido que las economías domésticas que ya de por sí se hallaban completamente endeudadas, por esos famosos coches y viviendas que comentamos arriba, y que suponen un porcentaje obscenamente importante de la nómina mensual, han desestabilizado nuestros cálculos. Súmenle la precariedad laboral actual, el que los cálculos cuando compras una vivienda se hacen “al límite”, que en aquel momento las economías domésticas no tenían dinero ahorrado pero igualmente compraron su vivienda… Una estimación de volver a la situación de antes de la crisis, mínimo de diez años.
Comparemos que por fin se ha “conseguido” que una generación empeore su estatus económico respecto de sus padres. Intentemos aguantar este año sin hacer grandes cosas.
Aunque en unos años todo esto se habrá olvidado y volveremos a lo mismo.
Los contratos actuales también son una maravilla: tenemos por ejemplo la obra o servicio, que posibilita al empleador a despedir en cualquier momento. O trabajar sin contrato, o dejar parado el tiempo justo para no hacer fijo. Al incrementar la masa laboral se ha conseguido que se incremente la demanda de trabajo, y con ello se rebajen los salarios medios, ya que por la escasez de mano de obra se hubiera conseguido incrementar estos salarios.
Por otra parte, si bien es cierto que hoy día es más barato comprar cualquier bien de consumo – ropa, electrodomésticos – tenemos la “gran suerte” de que las viviendas se han disparado. Sólo tenemos que ver qué ha sucedido con los plazos de las hipotecas en los últimos años, o a alguien se le escapa que el mercado hipotecario antiguo se movía en torno a los 10-15 años – nuestro padres – para terminar en los 35 ó 40 años en los últimos tiempos, incluso alguna entidad ofrecía 50 años. siguiente con la guasa ¿para cuándo una hipoteca hereditaria?. El plazo para la compra de los coches también se ha incrementado hasta los 7 u 8 años. Claro exponente de la falta de medios de las economías para atender estos pagos, que por otra parte son los pagos más importantes en una economía doméstica.
Cuando se nos ocurrió comprar una vivienda, resulta que los precios de éstas se habían incrementado durante más de una década, por lo tanto los precios estaban completamente hinchados, pero ¡qué diablos! estamos hablando de tu vivienda habitual y había que comprarla, y no de esos especuladores que de manera artificial han conseguido que tener una vivienda sea algo de lujo. Pero resulta que con esos tipos tan bajos y la bonanza económica, a todo el mundo le dio por invertir en ladrillos.
Pero no contenta la economía con eso, resulta que llevamos cuatro años de subidas del euríbor – del 2,20 a finales de 2004 al 5,38 en noviembre de 2008 -, y por ende del IRPH y del BPT y de cualquier índice que se utilice para el cálculo de hipotecas o préstamos. Esas subidas, que eran totalmente inesperadas, han conseguido que las economías domésticas que ya de por sí se hallaban completamente endeudadas, por esos famosos coches y viviendas que comentamos arriba, y que suponen un porcentaje obscenamente importante de la nómina mensual, han desestabilizado nuestros cálculos. Súmenle la precariedad laboral actual, el que los cálculos cuando compras una vivienda se hacen “al límite”, que en aquel momento las economías domésticas no tenían dinero ahorrado pero igualmente compraron su vivienda… Una estimación de volver a la situación de antes de la crisis, mínimo de diez años.
Comparemos que por fin se ha “conseguido” que una generación empeore su estatus económico respecto de sus padres. Intentemos aguantar este año sin hacer grandes cosas.
Aunque en unos años todo esto se habrá olvidado y volveremos a lo mismo.
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